martes, 19 de marzo de 2019

UN LUGAR EN BILBAO PARA JUAN LARREA en la velada de Noches Poéticas del 13 de marzo

NOCHES POÈTICAS en el Café Bar Dock (Bilbao)

Sobre el fondo del audiovisual montado por Txo Braceras acerca de la figura de Juan Larrea, los versos del poeta y de las personas que acudieron y participaron del homenaje fueron desgranando su poso de poesía y emoción. A este regalo se unió el de la escritura de un cadáver esqueleto tomando versos del poeta bilbaíno al alimón con los inventados por los 38 voluntarios que se animaron a escribirlos. Algunos de ellos nos dejaron, también, sus nombres para añadirlos a la lista de los 87 que ya figuran como colaboradores y artífices en las páginas del libro que se publicará  el próximo junio de la mano de LUPI y que será presentado en la velada especial de ese mes.

La música ocupó un lugar de privilegio al lado de los poemas, en las teclas del piano de Mikel de Vicente y en las cuerdas del violín de Isabel Bravo, además de las interpretaciones en solitario de Sabes Muy Bien.

Una velada más que no defraudó y en la que un público relajado y atento se prestó numeroso para
participar en el homenaje a Juan Larrea leyendo los poemas que se distribuyeron por entre las mesas del local. Dos textos, uno interpretado por Julián Borao, Julio González Alonso y Andrea Uña, de Noches poéticas, y otro de José Fernández de la Sota leído por Txemi del Olmo, completaron el acto conmemorativo del nacimiento de Juan Larrea (13 de marzo de 1895) y reivindicativo de su figura y obra en Bilbao.



UN LUGAR EN BILBAO PARA JUAN LARREA

El ojo lava su párpado.
Te he visto sentado ante la puerta,
tu olor se alía a la desobediencia
de mi memoria
y un mar de espuma en tus ojos cierra los desfiles
de hormigón.

Mil gaviotas volando sobre el mar, ¿a dónde irán?,
me pregunto cada mañana.
Manos de vida y cicatrices de tiempo.
Juan Larrea
y amanecer en sus textos
cuando el cielo exporta sus célebres pianistas,
un cuervo de otoño baja a lamer la luna de tu mano,
la tormenta flaquea en la espera de la mía
y sólo en poesía seré eterno.

¡Volverás al infierno, poeta!

En cada bruma hay una palabra que quiere volar
entre las hojas acidas de haberte conocido
un día de lluvia;
tú me amas, corazón, noche y día,
soy siempre de aquí aunque me aleje, soy de aquí
y no me olvido
esto (luz) y esto (vacío) y esto
(esperanza).

La pelusa que mi alma despide hacia su ombligo
me salva, ella salva al mundo, decía
Huidobro,
todo lo imprevisto en el relámpago de un cuchillo,
islotes de soledad, puños de paraíso cerrado,
que ni tú ni yo hemos existido nunca:
No hallarán de ti más que la esperanza de estar desnudo.

En Bilbao siempre llueve, a veces también por dentro.
No se encuentra el hogar en un lugar, pero en ti mismo,
desde mi ventana no veo el mar, ¿por qué?,
porque vivo
en Soria.

Un polemista incansable que conoce a César Vallejo
mientras las barquichuelas de sus ojos
navegan contracorriente.

Si todo fuese perfecto… ¡qué harían
los poetas! Sólo tú sabes
del insomnio en busca de la última luz.

La huella de sus huellas fue más allá
de la sombra;
caen pétalos de palabras a su paso.
El dolor es infinito.
Casi nada merece ser recordado.

Mis cabellos se llenan de peces de penumbra,
recojo enlunecida la sal que brota del árbol
la tormenta que flaquea en la espera mía
la orquídea que nace de la cascada que brota
en la cima.



NOCHES POÈTICAS
Julio González Alonso