jueves, 16 de mayo de 2013

Crónica de una velada y Cadáveres Esqueletos en el Pub Zaka



Crónica de una velada y
Cadáveres  Esqueletos en el Pub Zaka:
La Muerte y  Mientras pueda decir, no moriré.
15 de mayo de 2013

Merece la pena comenzar diciendo que el Pub Zaka registró ayer uno de los mejores llenos y la concurrencia de un público amable, participativo y respetuoso con cuantos pasaron por el escenario para leer sus versos, cantar o presentar su libro. No podemos dejar de lado la ocasión de agradecer a este público que nos anima a continuar con sus comentarios y su seguimiento fiel, la nueva ocasión que nos brindó ayer para disfrutar de la poesía y la cultura puestas en la calle y en los bares, fuera de los circuitos oficiales y convencionales; lugares que, por supuesto, respetamos y en los que Noches Poéticas tampoco evitará estar en cuantas ocasiones se le ofrezcan. Pero el clima de participación, espontaneidad, desenfado y mucha seriedad con que se desenvuelven las veladas en los bares, creo que es irrepetible y marca propia de Noches Poéticas. Gracias, pues, por seguir ahí, con nosotros, con vosotros, y con la poesía.

Dicho lo anterior, habrá que explicar el porqué de dos cadáveres esqueletos en la jornada del día 15 de mayo. El primero, con el título de La Muerte, es el que escribieron verso a verso y pusieron hueso a hueso las personas de entre el público que se animaron a participar. El segundo forma parte de la actuación del equipo de Noches Poéticas, leyendo de forma salteada dos estrofas cada uno correspondientes a poemas de diferentes autores del siglo XX. Puesto que el número de personas que solicitaron leer fue muy numeroso, porque se hizo la presentación del poemario de Ianire Sagasti y porque también  leyeron dos poemas cada uno de los integrantes del grupo de poetas seleccionados para el libro Las Noches de LUPI en Bilbao, los miembros del equipo de Noches Poéticas renunciaron a leer sus trabajos y presentaron la lectura colectiva mencionada.

Entre los anuncios de las veladas próximas, destacan las dos que cerrarán este curso poético, una en Portugalete a finales de mayo, y otra en el Hotel Abando de Bilbao el próximo 15 de junio, sábado, con la oportunidad, para quienes asistan y quienes adquieran los boletos, de poder conseguir una cena para dos y habitación de una noche a través de la rifa puesta en marcha en la misma velada del Zaka. Los interesados pueden pedirnos papeletas con la aportación de 2 euros por cada número.

No hay que olvidar otra convocatoria de Noches Poéticas, ésta para el próximo jueves, 23 de mayo, en la Librería Cámara, a las 20:00 h. Con una hora de duración, la Cámara Poética organizada por Julián Borao, Julio González Alonso y Gonzalo Otamendi, presentará el tema que lleva por título La Arquitectura del Amor. Estáis invitados. Será algo, esperamos, también diferente. Pero esta vez, ¡nos vemos en las librerías!

Doy paso al primer cadáver esqueleto de la noche. Si en el segundo se afirma que mientras pueda decir, no moriré; en este primero –el llevado a cabo por el público- se propone mirar de frente a la muerte, escribirla, tratarla desde todas las emociones que suscita. Hé aquí el resultado:



La Muerte

Ahí, en el filo del abismo, donde te gustaría caminar,
bailar en los tejados,
decías tú;
bendita muerte que me lleva a mejor vida,
es para ahora que te espero,
te inhalo y me oxidas, vida
en cada lugar, en cada momento.

No me das miedo, parca inevitable;
la muerte es positiva viviendo lo que vivimos.
Toda la vida esperándote y siempre sorprendiendo;
la muerte, ¡qué placer tan indeseado!
¡Alegría! Ahora es ahora, es saber que no hay
mejor vida.

(Vosotros, tranquilos, que yo voy hasta allí
y echo un vistazo…)

Siento irme sin que mi amor ya no me hable.
Nos has dejado muy solos y tengo partida el alma.
¡Hola!, sabía que no me fallarías
en la única fiesta que le sale gratis al anfitrión.
Es la muerte quien cierra el poema
y quien lo abre.

-          verso en blanco 

¡No tengo miedo a la muerte, que pilonero nací!
La muerte es la justificación de la vida
y nunca consideré que pudo matarme a mí.
Con pasos agigantados la noche me engullirá,
la impronunciable
señora maldita, aterradora, destructora…

Vino mi amor desde las sombras, encañonando
con su luz a todos los vivos.
Caminaremos todos juntos hasta el fin;
viviendo en vuestros sollozos
yo sonrío.

Tu voz fría me deshiela, hijo de la sombra,
una mudanza que no deseo,
una mudanza que no deseo.
El sur de Armenia está cerca
mientras la sombra oscura persigue mi fin
y en estos últimos momentos nada importa,
¡he muerto y resucitado tantas veces
que mi alma ya no la teme!
Y tú, que estás que te mueres
y yo, que exhalo mi última desambiguación
oculta.

 



Mientras pueda decir, no moriré

Cadáver Esqueleto realizado con versos de Valente, Gamoneda, Borges, Cernuda, Benítez Reyes, Neuman, Caballero Bonald, Blas de Otero, Ginsberg y Marzal, recitado por el equipo de NP: Javier, Ritxi, Alberto, Asier, Mónica, Julio y Julián en la velada del Zaka (15 de mayo de 2013).


Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo solo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Soy el que fui en el alba, entre la tribu.
Gastada por los siglos, la memoria
sólo guarda esa noche y su mañana.
En el fondo del sueño están los sueños.

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Lo invisible gira en torno a ti suavemente.

Quizá el silencio dura más allá de sí mismo
y la existencia es sólo un grito negro,
un alarido ante la eternidad.

El peso del mundo es el amor.
bajo la carga de la soledad,
bajo la carga de la insatisfacción,
el peso, el peso que cargamos es el amor.

Acerqué mis labios a tus manos
y tu piel tenía la suavidad de los sueños.
Algo semejante a la eternidad
rozó un instante mis labios.
  
Cuando la muerte ajena empieza a hacerse propia
empieza la otra vida.
Otra mucho más breve.
Y mucho más cargada de deseo.

Mi servidumbre es la palabra impura,
vástago de un concepto y de un sonido;
ni símbolo, ni espejo, ni gemido,
tuyo es el río que huye y que perdura.

Todos hemos llegado, a esta hora,
al final indistinto de otro día.
Igual que las columnas de los templos turísticos,
igual que las antenas que cubren la ciudad,
permanecemos de frente ante la noche
fatigados de luz y de trabajo.

El temblor de quererte, el estremecimiento
de coincidir contigo en esta nada
quizá es una ilusión de mi memoria.

Y el caso es que no importa.

El tiempo se repliega entre las raudas
secuencias del pasado.
Espacio fronterizo, tiempo circulatorio:
al mar de donde vienes volverás algún día.
He aprendido a vivir al borde de la vida.

Un canto.
Quisiera un canto
que hiciese estallar en cien palabras ciegas
la palabra intocable.
Un canto.

Podrá faltarme el aire,
el agua,
el pan,
sé que me faltarán.

Me queda la palabra.

Mientras pueda decir
no moriré.
Mientras empañe el hálito
las palabras escritas en la noche
no moriré.

Noches Poéticas
De la composición del artículo y textos: Julio G. Alonso
De la composición de Mientras pueda decir, no moriré: Julián Borao