NOCHES
POéTICAS
BILBAO
12 de noviembre de 2025
Espacio DAVINCI-BILBAO
Tarde
otoñal de viento sur y 23 grados a las ocho de la tarde, justo cuando daba
comienzo la velada de Noches Poéticas en el Espacio DaVinci, en Bilbao. Todo
preparado, saludos, muchas sonrisas, animación, y más animación cuando llegó el
alegre y vitalista cantante Camilo Fauno seguido de un buen puñado de
admiradoras a las que, además, da clases de baile. Él es colombiano y con él
traerá canciones de su país y otros cantautores hispanoamericanos, como el chileno inolvidable Víctor
Jara.
Pero
antes se abre el espacio de la presentación. Y, casualidad, la poesía sobre la
que hablar y que leer en esta velada será la colombiana. Noche
redonda. Se pide colaboración para leer poemas de autores colombianos y subirán
dos personas de entre el público. Buenas lecturas. Buenos poemas. Aplausos.
Y
seguirá la velada con más poemas, los que las 18 personas participantes
quisieron leernos. Por supuesto, también las canciones de Camilo Fauno. Y las
presentaciones de dos libros junto con otras intervenciones perfopoéticas. La
gente sonríe y se la ve feliz.
Como
es habitual, se presenta el tema para escribir colectivamente el cadáver
esqueleto de la noche; esta vez en forma de juego televisivo a ver quién
acierta el título a base de preguntas: Se
trata de un invento. Es práctico. Todos lo usamos cada día. Es útil y cómodo.
Tiene un deslizador. Tiene dientes, pero no muerde. A veces se atasca. Lo inventó el sueco Gideón
Sundbäck. Es de cierre separable o continuo. Se usa en prendas de vestir. Y
antes de preguntar ¿de qué estoy hablando?, varias personas lo gritaron: LA
CREMALLERA.
Y
así, 38 personas de las 40 que aceptaron coger su papelito para escribir un
verso sobre el invento, volcaron su inspiración en el original poema que
cerró, como una buena cremallera, la velada de una estupenda noche poética, entretenida, alegre, participativa y
muy divertida.
LA
CREMALLERA
Noches
de ensueño profundo;
si cierran la boca al cantor, la abrirá
la cantora, el elemento útil
de usar fácil y a veces engorroso
y molesto
que sube y sube, baja y baja y nunca
se cansa.
Me
parece un gran invento,
pero, ¡joder, cuando te come el pelo!
y sube y baja y siempre de diferente
manera.
Que
se callen los ojales y botones. Que se callen
los directores
ejecutivos.
Y
qué tranquila se me siento cuando
termino contigo,
tira arriba, tira abajo
y sube y baja y sube
los oxidados escalones.
Una
puerta abierta que solemos cerrar.
Se me cerró la puerta del tipi,
te deslizas sobre mi piel para sellar
mi carne
cerrándose al calor, abriéndose al frío
y no se culpe a los pulóveres que abrazan.
Boca
cerrada. Sube
y baja como una navaja
muy fácil de abrir, pero a veces
cuesta cerrar,
-si me obligas, me atasco-
vaivén caprichoso que precede al cierre,
bip, bap… únete
une ambos lados, necesito calor.
Todo funciona bien si se respeta:
un pellizco que sonroja,
deslizar mis dedos entre sus dientes
es ya presagiar
el orgasmo.
Las letras de “la crema” robaste.
Rompió la libertad.
al mundo se abre y me lanza hasta Colombia
juntando los caminos, pero siempre
quedan huecos.
¡Con tantos dientes y no comes nada!
Cerraron todas las sonrisas, todas
las palabras. Dos orillas abrazándose en silencio
y tres segundos.
Cuando el día se cierra, se abre la noche
al amor,
ese amanecer cuando se abre el día
y el atardecer
cuando llega la noche. Cuando avanzo, cierro;
cuando desciendo,
abro
y me canso
de tanto subir
y tanto bajar. Pero ¡por Dios,
qué haría yo sin ella!
NOCHES
POéTICAS